Es una novela de guerrilla urbana, la parte más radical del grafiti linda con la guerrilla urbana. La novela ha requerido al autor “un año de trabajo con grafiteros de España, Portugal e Italia" y sumergirse "en un mundo muy bronco, radical, a veces violento, que se mueve entre el arte y el vandalismo". Pérez-Reverte matiza que él personalmente no ha empuñado el aerosol, aunque "he estado con ellos, los grafiteros, he vivido su mundo, su música". Dice que siempre le había interesado saber qué había detrás de la pintada en la pared. "Un grafitero me dijo que escribía para ser alguien; era un tipo marginal, sin cultura, pero al dejar su nombre sobre la pared, él cobraba existencia". El escritor recuerda que su interés por la pintura y el arte en general, y su papel en la actualidad, ha aparecido en muchas de sus novelas.
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