jueves, 27 de febrero de 2014

Theo Francos vivió 98 años, los últimos 68 con una bala alojada en el tórax, a escasos milímetros del corazón, que le dispararon en la II Guerra Mundial, en Holanda, en un pelotón de fusilamiento. “Oí el comienzo del tableteo de las metralletas y me dejé caer. Todo se volvió negro. Entonces se produjo el milagro. La bala que debía haberme tocado el corazón fue amortiguada y desviada por una insignia metálica de paracaidista que llevaba en el uniforme. Gravemente herido, caí en la fosa con mis compañeros muertos”

La Nueve -cuyos tanques y vehículos de combate habían sido bautizados con nombres procedentes de la Guerra Civil española, como ‘Madrid’, ‘Guernica’ o ‘Guadalajara’- había participado en la campaña de África contra Rommel y no sólo liberaron París, sino que participaron en la ofensiva en Alsacia y en el definitivo asalto en Alemania contra el ‘Nido de Águilas’ de Hitler. Perecieron más de mil hombres.

La historia de ‘La Nueve’ era hasta  hace poco prácticamente desconocida, pues la historia oficial en Francia ha echado una cortina de silencio y de olvido sobre esa participación española y extranjera en la liberación de París y en la resistencia contra el nazismo.

Alberto Marquardt, director argentino afincado en Francia, se interesó en 2002 por esta epopeya de ‘La Nueve’ y por su carácter simbólico para restablecer la verdad histórica. Siete años después, Marquardt consiguió montar la producción y con magníficas imágenes de archivo y las entrevistas a dos de los supervivientes: el catalán Luis Royo y el asturiano Manuel Fernández, sin amarguras ni recriminaciones, reconstruyen con emoción la historia de la Nueve.


miércoles, 26 de febrero de 2014

Rock

El rock es un género musical surgido en Estados Unidos en la década de 1950, que evolucionó hacia una variedad de estilos a partir de la década siguiente,1 popularizándose rápidamente por gran parte del mundo. Su forma originaria, conocida como «rock and roll», surgió mayormente de la combinación de dos géneros anteriores como eran el rhythm and blues y el country. La música rock también se nutrió fuertemente del blues y el folk, e incorporó influencias del jazz, la música clásica y otras fuentes.

El rock agrupa de un modo general el conjunto de corrientes musicales que surgen a mediados del siglo XX en Estados Unidos. Considerado sinónimo de la música del siglo XX, el rock perdió con los años el marcado carácter anglosajón que tenía en sus orígenes para transformarse en un lenguaje universal y sometido a continuo cambio.

Se abre el telón y aparece una lengua libidinosa que pende de unos labios rojos y carnosos. Se cierra el telón y un público multitudinario estalla a bailar al ritmo de una de las bandas más famosas y movidas de todos los tiempos. Así de fácil. Los logos que representan a los grupos de rock tienen el poder de evocar en nuestras mentes su esencia y locura musical. La revista Rolling Stone ha reunido a más de 30 diseñadores, publicistas, músicos y políticos para elegir el mejor emblema. Los finalistas son los de las bandas The Cramps, Sex Pistols, AC/DC y los Ramones. Y la ganadora indiscutible es la lengua de los Stones. La revista publica una reinterpretación de estos cinco símbolos del rock realizada por cinco artistas patrios: Alberto Corazón, Antonio de Felipe, La Bien Querida, Carlos Díez y Ricardo Cavolo.





martes, 25 de febrero de 2014

                                          Dos hombres y medio

Two and a Half Men (Conocida como Dos hombres y medio en Hispanoamérica y España) es una comedia de situación estadounidense, protagonizada actualmente por Jon Cryer, Ashton Kutcher y Angus T. Jones, y anteriormente Charlie Sheen. La serie, que ha ganado el People's Choice Awards en cuatro ocasiones (2004, 2007, 2008 y 2009) y ha estado nominada tres veces al Emmy (2006, 2007 y 2008), se emite en la cadena CBS. La serie tiene una media de 13,4 millones de espectadores en Estados Unidos, y es una de las series más vistas a nivel mundial. Desde la 9ª temporada esta ha bajado notoriamente su popularidad debido a que no ha conseguido aceptación con Ashton Kutcher. Se esperan los resultados tras la salida de otro emblema, Angus T. Jones.


lunes, 17 de febrero de 2014

La enorme sonrisa de Toño Velasco nos da la bienvenida a la galería gijonesa El arte de lo imposible, empapelada con dibujos del artista plástico que nos trasladan a un mundo de paradojas y equilibrios entre la alegría y la imaginación. Este autor saltó a la palestra pública por su obra Ensayo sobre la burla, que retrataba en grandes lienzos a políticos, banqueros y personajes como Sarkozy, Merkel, Bárcenas o Urdangarín sacándonos la lengua como protagonistas de ‘la gran estafa’ que cotidianamente tildamos como crisis.

En esta ocasión, Velasco expone los dibujos que suele cargar en su mochila, esos que traza cotidianamente en el cuaderno que siempre lleva consigo. “Esto es precisamente lo único que hago instintivamente, casi compulsivamente, sin ningún tipo de premeditación. Lanzo el rotulador y a partir de ahí empiezan a construirse personajes, escenas rarísimas como que un buzo salga de una alcantarilla en Nueva York”, nos cuenta refiriéndose a una de sus pinturas.




La comedia nunca ha sido algo muy respetable, más bien al contrario. Recuerden aquella escena de El nombre de la Rosa donde Guillermo de Baskerville, el personaje de Sean Connery, discutía con el abad del monasterio si Jesús rió o no. El abad sostenía que en ningún momento de las escrituras se menciona que Jesús riera, y un Connery burlón le replica que tampoco se menciona que no lo hiciese.

Definitivamente, el humor es algo muy poco serio. A principios del siglo XX, Freud, un tipo circunspecto donde los haya, escribió El chiste y su relación con el inconsciente, donde, entre otras cosas, sostiene que el humor es una estupenda herramienta de descompresión (él no lo escribió así, claro, porque, como he dicho, era un tipo muy circunspecto). Pero, más allá de los jugueteos psicoanalíticos, el humor y la comedia nunca han llegado a encajar bien con la Academia.

martes, 11 de febrero de 2014

Hungría

A Viktor Orbán se le está torciendo por minutos el plan para conmemorar del 70º aniversario del Holocausto. Lejos de eso, el ejercicio de memoria se ha convertido –y 2014 acaba de arrancar— en una tensa bronca sobre la responsabilidad de Hungría en el asesinato de medio millón de sus ciudadanos en 1944.
El conflicto empezó a finales de enero con una estatua. O más bien, con un proyecto de estatua que el Gobierno populista de derechas pretende colocar en la capital para recordar “a las víctimas de la ocupación nazi”, según lo definió Orbán. Historiadores y representantes de la comunidad judía húngara ven en el monumento un afán de reescribir la historia. De contar el cuento de una Hungría que no tenía nada que ver con los nazis, y que tras la ocupación no pudo hacer nada por evitar la deportación a Auschwitz de medio millón de húngaros.


lunes, 3 de febrero de 2014



En Roma, para ver una Vespa, hay que conformarse con la que cabalga Gregory Peck con Audrey Hepburn a la grupa en los afiches coloreados —¿se habrá visto una herejía más grande?— que venden los paquistaníes por los alrededores de la Fontana di Trevi o del Coliseo, testigos también de un país que se desmorona. La Italia que estos días mira con preocupación la fuga de la Fiat —no existe una metáfora más dolorosa de la caída del imperio industrial italiano— decidió hace tiempo que los motorinos japoneses, de ruedas más grandes y precios más bajos, resultan más fiables a la hora de enfrentarse cada día a la locura del tráfico.

Es curioso que, preguntando aquí y allá, leyendo este periódico y el otro, prácticamente nadie atribuye toda la culpa a los jefes de la Fiat —ni a John Elkann, el heredero de Gianni Agnelli nacido en Nueva York, ni a Sergio Marchionne, el consejero delegado italocanadiense enemigo de las corbatas— de su decisión de marcharse.

“Fiat dejará de ser italiana como lo han dejado de ser otras empresas punteras. ¡Ya hasta el aceite lo traemos de fuera! Durante 20 años hemos estado muy entretenidos con el juego de la política sin darnos cuenta, o sin querernos dar cuenta, de que el país se caía a pedazos.